SIEMPRE HAY UN MAÑANA
Película rodada en el año 1959 en blanco y negro cuya fotografía con sus contrastes de luces y sombras atrapa el interés del espectador.
La
acción se sitúa en la ciudad de Los Ángeles (California), y la mayoría de las escenas
están rodadas en interiores en los que el mayor atractivo es la fuerza interpretativa
y la personalidad de Bárbara Stanwyck. De los pocos exteriores que salen en la
película son de resaltar los del lugar de vacaciones de Palm Valley,
situado en el desierto, cuyo clima soleado y actividades veraniegas contrastan
con las imágenes más oscuras y lluviosas de las escenas que transcurren en la
ciudad.
La
trama de la película Trata del reencuentro, después de 20 años, entre
un fabricante de juguetes casado con tres hijos (Fred McMurray), que tiene una
vida familiar cotidiana, estable y rutinaria, con una antigua compañera de
trabajo (Bárbara Stanwyck, ) sin pareja ni familia, que regresa a ¨Los Angeles”
por motivos de trabajo desde New York, donde ha triunfado en su vida profesional.
Ambos personajes comienzan a recordar antiguas vivencias y comienzan aflorar antiguos sentimientos que se encontraban dormidos. Esto provoca un conflicto familiar en la vida del fabricante de
juguetes hasta llegar al el desenlace final.
La música es de fondo romántico con variaciones de la muy agradable y famosa canción "Blues Moon".
La
película viene a ser una reflexión sobre el amor de juventud que desemboca en
el matrimonio y los hijos, en contraste con el cambio que este amor pasional de juventud va
sufriendo tras el paso del tiempo después del formar una familia, y de como
surgen otros valores que hacen que merezca la pena seguir cada día en la lucha
y la ilusión de vivir.
Director: Douglas Sirk.
Música: Herman Stein, Heinz Roembeld.
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